02-11-1844
Hoy ha llegado a mis oídos la
noticia de que el Mensajero Veloz del señor ha dimitido, como lo
hizo el encargado de la armería (que por cierto, murió el otro día
por causas misteriosas). Eso sí, a este no creo que lo maten. Es
demasiado listo y demasiado rápido. Se morirá de viejo.
Mi hijo ya tiene un año y pocos
meses y ya sabe leer lenguaje coloquial. Esto es lo que más me temía
y a la vez algo que me alivia: ha heredado mis habilidades, y por eso
Todo no lo matará, ni a su familia. Esperará a que cumpla la
mayoría de edad para acabar con nosotros, y después lo acogerá en
su seno. Exactamente lo mismo que hizo conmigo. Por desgracia no
puedo evitar que mi niño caiga en las garras del señor, pero creo
que sí puedo elaborar un plan para derrotarlo... Y para ello tengo
que encontrar al enemigo de Todo. Será una ardua tarea, pero no creo
equivocarme al pensar que el Mensajero Veloz me ayudará en todo lo
que esté en su mano. Ya se verá. De momento, tengo que contactar
con él, y eso ya va a resultar una empresa bastante complicada...
Capítulo VI:
Lady Steampunk
Vista de espaldas, Lady Steampunk (así la llamaban por el barrio en
el que se movía) podía ser fácilmente confundida con un
hombrecillo de nieve con pelo de paja. En las manos llevaba siempre
un cubo de Rubik de forma muy extraña y de colores que cambiaban
según el ángulo desde el que lo mirases. También habían visto
levitar al armatoste, mientras giraba solo ante los ojos y entre las
manos de la pequeña y callada vagabunda de la ciudad de Malloria.
Siempre iba con ella y aquel que lo tocara estaba condenado a la
muerte, ya que, nadie sabía cómo, el aparato se transformaba en un
cuchillo y lo mataba al instante, o le causaba heridas profundas.
Para evitar desastres como este, la gente comenzó a alejarse de
ella, hasta que estuvo sola... Sola, con su cubo.
Nunca decía nada, y se dedicaba a dar tumbos por los callejones y a
robar móviles o cámaras de fotos a los turistas. Nadie sabía cómo.
Era como si ella los llamara y ellos acudieran a sus manos. Después
los vendía en el mercado negro, y del dinero que sacaba se compraba
una túnica nueva si le hacía falta, o varios tipos de pan. A veces
le gustaba meterse en líos, pero solía pasarse y provocar
situaciones demasiado exageradas. Tras crear el problema, solía
huir, pasando desapercibida entre las multitudes de gente que salía
huyendo o paseaba tranquilamente, ajena al lío.
Aquella noche había intentado robar en la tienda de
electrodomésticos de un barrio rico de Malloria. Tras haberse colado
por una ventana que cortó con su cubo-cuchillo, cayó silenciosa
como un gato tras el mostrador de la tienda. Como por arte de magia,
la caja registradora se abrió suavemente y sin hacer ningún ruido,
dejando que ella tomara todo el dinero. Cuando ya estaba a punto de
salir (por supuesto con un par de consolas que vender en el mercado
negro) fue descubierta por una criatura que la esperaba al lado de la
ventana por la que había entrado y por la que se disponía a salir.
Tras unos instantes de observar su horripilante rostro, ella se cayó
de espaldas de nuevo en la tienda, rompiendo varias cosas, y la
alarma saltó. La criatura entró por el agujero y la observó
durante unos instantes que a ella le parecieron eternos. La alarma
sonaba mientras tanto, y la policía se acercaba al lugar. Cuando se
dio cuenta de su situación, la joven hizo ademán de volver a la
ventana, pero la criatura le impidió el paso. Ella empuñó su
cuchillo, guardó un par de cajas de móviles en su bolsa y se lanzó
a por el monstruo. Éste la esquivó grácilmente y después la
placó. La lanzó contra una estantería. Con el golpe, la muchacha
destrozó algunas de las cajas, revelando aspiradores. Ella enfocó
sus ojos negros sobre los armatostes rotos, haciendo que cobrasen
vida de pronto y se lanzasen contra el animal misterioso. Éste no
supo cómo reaccionar a un ataque tan fuera de lugar y fue noqueado
por uno de ellos. Aprovechando que la salida estaba libre ahora, la
muchacha salió por la ventana justo a tiempo para que los policías
no la descubrieran
Corrió varias calles más allá para darse la oportunidad de
descansar sin ser descubierta. Escondida como estaba tras unos
contenedores, con la respiración agitada, no fue de extrañar que se
sobresaltara cuando escuchó una voz tenebrosa que la llamaba.
—Así que tú eres la famosa Lady Steampunk, ¿eh? Vaya, no creí
que fueras... Así.
A las luces de la noche la joven sólo pudo distinguir una sombra
grande y redonda que estaba situada a la boca del callejón. Ella
preparó su cubo-cuchillo y se escabulló por las sombras. Cuando
estaba a punto de golpear la sombra con su arma, ésta relució con
un brillo nacarado, que le permitió al extraño moverse tan deprisa
que pareció una simple ilusión óptica. La joven notó un pinchazo
en el brazo izquierdo, y cuando se giró a contraatacar, ya era
demasiado tarde. No vio otra cosa que no fuera el negro más
absoluto, y perdió la conciencia.
Cuando despertó, observó que se encontraba en una habitación
grande, de estilo victoriano. La cama, muy cómoda, estaba cubierta
por un edredón de plumas con funda de seda marrón claro, y el dosel
de encaje blanco estaba echado a modo de cortina. Estaba tapada hasta
la nariz con el edredón, y tras mirar dentro comprobó que también
llevaba un pijama del mismo color que su manta. Fuera del dosel había
una mesita de noche con un vaso de agua y una lámpara de cristales
de colores ocres, como toda la decoración de la habitación, y en
uno de los sillones al lado del tocador se encontraba la misma forma
oscura que recordaba haber atacado en el callejón.
—Nos hemos despertado, ¿eh?—dijo la sombra sin hacer ademán
alguno de levantarse.
—...
—¿Le apetece a la señorita desayunar alguna cosa?
—...
—De acuerdo, pediré que le traigan algo de lengua estofada.—la
sombra se levantó y salió por la puerta de la izquierda.
Al cabo de un rato, una mujer entró con una bandeja y la dejó
sobre la mesita de noche. Acto seguido se marchó. Justo después
entró la sombra que la había secuestrado.
—¿Sigue la preciosa Lady Steampunk sin ganas de hablar? Bien, pues
le informaré de su situación—la sombra se sentó donde ella la
había descubierto al despertar. Allí continuó hablando—. Puesto
que reaccionó de forma muy violenta al encontrarnos en aquel
callejón de Malloria, no tuve más remedio que tranquilizarla. Mi
nombre es Todo, y estoy luchando contra un ser que tiene el mismo
poder que yo. A usted, Lady Steampunk, la buscaba para pedirle
amablemente que se uniese a mis filas, pero como su respuesta no fue
la apropiada, tuve que obligarla. Lamento mucho que nuestro primer
encuentro fuera tan accidentado. Desayune usted el plato que con
tanto cariño han preparado mis sirvientes y vístase. Encontrará
ropa nueva en el armario de la derecha. Y ahora, si me disculpa...
Todo se levantó del sillón y la dejó allí, mirando hacia la
puerta de la derecha, pensando en cómo escapar de aquella amable
prisión, la cual le ofrecía un plato demasiado grande de comida
para desayunar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario