No era un cobarde. Por supuesto que no. Vale, había salido
corriendo del cuartel de Pelirroja, pero porque la situación era insostenible.
Puede que gracias a Gea sus habilidades hubieran mejorado, pero a qué precio. En
cuanto se cruzaba con alguno de sus compañeros era como si le dieran con un
mazo en la cabeza. Lo peor era cruzarse con M, ella conseguía dejarle muy claro
lo mucho que le odiaba y el asco que le daba, hasta el punto que le dejaba
temblando como una hoja y tirado en el suelo.
Que les jodieran. No era imbécil, podía sobrevivir sin tener
que aguantarles. No era tan difícil esconderse de Titiritera. De momento había
encontrado un lugar en el que podía pensar en su próximo paso. Era un parque,
lo suficientemente lleno para pasar desapercibido pero con la cantidad perfecta
de gente para que pudiera ignorar todas sus mentes.
Un ladrido sonó demasiado cerca. Se lanzó instintivamente a
un lado, esquivando por poco a un perro gigantesco. Sin pensarlo dos veces
echó a correr en dirección contraria.
Odiaba con toda su alma a los perros, y por los ladridos que sonaban a su
espalda, ni ese perro era especialmente amable, ni le importaba invitar a otros
a la fiesta.
Corrió durante un buen rato, hasta que los ladridos se
extinguieron. Se metió en una callejuela para dispersar su rastro, pero se
encontró con la persona que menos le convenía.
- Hola, Luca. Veo que te has recuperado pronto. Esa
costumbre de lanzar chuchos pulgosos a otras personas no se te ha quitado
–farfulló, mirando por el rabillo del ojo la salida.
- En realidad puedo llamar a cualquier animal, pero sigo
recordando los grititos de niña que dabas cuando se te acercaba algún perro
–rio Luca.
- ¿A qué te ha mandado Titiritera? Hazlo rápido, así podrás
volver a que te dé una galleta mientras mueves la colita.
- Titiritera no es mi ama, ¿está claro? Te quiere bien
muerto y yo también, nos beneficia a los dos. Y voy a jugar un ratito contigo
antes, tenemos una cuenta pendiente.
- Mira, Luca, ya sé que no tienes por qué creerme, PERO HAZLO.
¡No quería hacerte daño!
- ¿Pretendes que me crea que me bloqueaste casi todos mis
recuerdos por accidente? Estaba tan cerca de engañar a la loca de Synnove y tú
decidiste ayudarla.
- Te lo repito. Me puse nervioso y… y salió solo, joder. Ni
sabía ni sé controlarlo completamente. Y luego Titiritera se puso en plan
maníaca. No quiso escucharme y Pelirroja me rescató. Si sigo con esa panda de
perdedores es porque al menos me quieren vivo.
- No intentes comerme el coco con tus habilidades mentales.
He visto lo que puedes hacer y no puedo arriesgarme a que sigas haciendo de las
tuyas.
El perro que le había perseguido antes apareció por la
salida libre de la callejuela, gruñendo y enseñando los dientes. V tragó
saliva. Puede que hubiera sido mala idea haber salido de su cuarto, pensó antes
de ser embestido. Rodaron por el suelo, con V intentando parar las dentelladas
con un brazo. Por mucho que lo
intentaba, no llegaba a concentrarse lo suficiente para llegar a la mente del
perro. Un crujido desagradable salió de su brazo, seguido de un dolor tan agudo
que V gritó.
De repente se escuchó el sonido de un motor, un golpe y un
grito. Alguien se acercó corriendo hasta donde se encontraban V y el perro y V
pudo ver unas manos pequeñas en su campo de visión que tiraron del perro hasta
quitárselo de encima.
V se incorporó. El brazo le dolía horrores, pero parecía
seguir bastante entero. El cuerpo inerte de Luca se encontraba a los pies de
una motocicleta todavía en marcha, cuyo conductor vestía totalmente de negro.
Cerca de ellos una figura más pequeña se afanaba en retirar el cuerpo del
perro, ahora inmóvil.
- Venga, sube –dijo el motorista, con la voz ahogada por el
casco.- No te preocupes, nos envía Morfo.
- ¿Y cómo sabe Morfo dónde estoy?
- Bueno, Morfo no lo sabe. Por lo que sabemos solo le ha
ladrado a Gea “Usa el cacharro que sea, pero encuentra a ese imbécil antes de
que le maten”. Te hemos seguido durante un buen rato y te hubiéramos ayudado si
no hubieras empezado a correr.
- No me gusta que me persigan perros asesinos, fíjate tú.
¿Qué le ha hecho tu compañero al perro? Porque ocupa el doble.
- Oh, Froggy sabe cómo usar sus manos para librarse de quien
sea. Por cierto, no le des la mano, aunque te parezca muy maja. Sería el
equivalente a tragarte un kilo de ranas dardo. De ahí el mote.
- Bit, a mí no me importaría quedarme charlando, pero creo
que el chaval no está muy muerto, porque vienen más perros –chilló Froggy.
- Te lo dejamos a ti, entonces –coincidió el motorista.
V no se lo pensó dos veces, y se subió en la parte de atrás
de la motocicleta, agarrándose al conductor, que arrancó justo a tiempo para
huir de una manada de perros furiosos.
…………………………………………………………..
Camaleón se estaba poniendo de los nervios. Volver después
de tanto tiempo a ser la guardiana de la puerta no era tan malo, pero tener a
Gea a su lado desde hacía una hora era horrible. No parecía dejar de bisbisar
un porrón de números en orden descendente. Cuando solo le quedaban unos cuantos
números para llegar a cero, Camaleón ya soñaba con estamparle una columna en la
cabeza.
- Cero –gritó Gea de repente, lanzándose hacia la
puerta y abriéndola de par en par.
Una motocicleta entró a toda velocidad por la puerta,
esquivándolas por poco. Paró a los pocos metros, y un tembloroso V se bajó de
ella mascullando algo en ruso. El motorista se quitó el casco y Camaleón supo
que algo iba realmente mal.
- Bueno, Gea, voy a buscar a los demás –suspiró derrotada.-
A ver cómo le digo a Pelirroja que has vuelto a meter a un mortal en su
cuartel.
…………………………………………………………..